Este
mal invisible aparece cuando la concentración de contaminantes en la superficie
es tan alta que daña la biodiversidad del suelo y pone en riesgo nuestra salud a
través, sobre todo, de la alimentación.
Actividades como la ganadería y la agricultura
intensivas suelen emplear fármacos, plaguicidas y fertilizantes que contaminan
los campos, al igual que ocurre con los metales pesados y otras sustancias
químicas de origen natural o antropogénico.
Causas y tipos de contaminación del suelo:
Fenómenos como la
erosión, la pérdida de carbono orgánico, la salinización, la compactación, la
acidificación y la contaminación química son los principales responsables del
deterioro actual del suelo. Además, la FAO diferencia entre estos dos tipos de
contaminación edáfica:
Contaminación puntual: se debe a razones concretas, tiene lugar en áreas reducidas y sus
causas son fáciles de identificar. Esta contaminación terrestre es habitual en
las ciudades, los emplazamientos de antiguas fábricas, los alrededores de las
carreteras, los vertederos ilegales y las depuradoras.
Contaminación difusa: abarca territorios muy amplios y sus causas son diversas o difíciles de identificar. Este suceso implica la dispersión de contaminantes a través de sistemas aire-suelo-agua y tiene un impacto importante sobre la salud humana y el medio ambiente.
Consecuencias de la contaminación del suelo
Las sustancias
tóxicas que se depositan en la superficie terrestre perjudican nuestra
salud y bienestar, así como la calidad de los alimentos, el agua y el aire. A
continuación, detallamos los efectos más relevantes según IPBES y la FAO:
- Daños a la salud: Los contaminantes
de la tierra pasan a nuestro organismo a través de la cadena trófica,
propiciando la aparición de enfermedades. Además, la
propagación de los antibióticos por el medio ambiente favorece la resistencia
de los patógenos a estos fármacos.
- Peores cultivos: Los agentes de la
contaminación del suelo comprometen la seguridad alimentaria de la población mundial al disminuir la cantidad y
la calidad de las cosechas.
- Cambio climático: La degradación del
suelo liberó entre 3.600 y 4.400 millones de toneladas anuales de CO2 a la atmósfera en la primera
década del siglo XXI.
- Contaminación de agua y aire: El deterioro de la
superficie terrestre repercute en la calidad del agua y del aire, sobre todo en los países en vías de
desarrollo.
- Desplazamientos de población: La degradación del suelo y el cambio climático obligarán a emigrar a entre
50 y 700 millones de personas para el año 2050.
- Desaparición de especies: La contaminación del suelo es una de las principales causas que
podrían desencadenar la sexta extinción masiva de la historia —la
población terrestre de vertebrados ya se redujo un 38 % entre 1970 y 2012—.
- Desertificación: El número de habitantes de las zonas más áridas del planeta podría
suponer el 45 % de la población mundial en 2050, mientras los humedales
del mundo han perdido el 87 % de su área en los últimos tres siglos.
- Impacto en la economía: Se estima que las pérdidas económicas globales originadas por el deterioro del suelo lleguen a superar el 10 % del Producto Interior Bruto (PIB) mundial anual.
Soluciones para reducir la contaminación del suelo
La degradación del
suelo es un problema complejo que requiere de medidas conjuntas por
parte de los gobiernos, las instituciones, las comunidades y los individuos. Estas
son algunas de las cosas que podemos hacer para mejorar su salud:
- Consumir alimentos sostenibles, reciclar
correctamente pilas y baterías, hacer compostaje casero o deshacernos de
los fármacos en los lugares habilitados para ello.
- Incentivar un modelo más ecológico de industria, agricultura y
ganadería, entre otras actividades económicas.
- Mejorar la planificación urbanística de las ciudades y del
transporte, así como el tratamiento de las aguas residuales.
- Reformar la gestión de los residuos mineros, restaurar la
topografía y conservar la capa superficial del suelo.
- Incluir a las comunidades locales y a los pueblos indígenas en el diseño, la implementación y la evaluación de la gestión sostenible del suelo.
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